Sólo debe fingir que es una turista inglesa, rubia y un poco ligera de cascos, y dejarse cuidar por el hombre más machista que ha conocido; simplemente, debe proteger con su vida al heredero del imperio Papadopoulos, pero Konstantinos es orgulloso como un semidiós griego y tozudo como una de sus mulas. Nada más pescar a aquella náufraga en el Egeo, Konstan supo que le traería problemas; su extraño código del deber le obliga a llevarla con él a Dünamo, su particular isla desierta y su hogar desde hace más de quince años. A partir de entonces, se creará entre los dos una extraña relación. El huraño griego no tolerará que aquella alocada joven cambie nada en su vida y ella no permitirá que un hombre le dé órdenes, pero finalmente ambos se hundirán en un abismo de intrigas y pasiones desenfrenadas.